Esto iba más o menos así: “Mi nombre es Jhina, hace seis años perdí a “mi hermano”, él no nació del vientre de mi madre, ni lleva la misma sangre que corre por mis venas, su nombre es Juan Diego, actualmente debe tener 10 años, tiene ojos negros y sonríe frente a la cámara…” Pero mientras intentaba hacerlo, reunía imágenes y me rompía la cabeza armándolo, entendí que no lo lograba, no porque no fuese importante, sino porque la que estaba desdibujándose era yo. Empecé un documental intentando mantener en mi memoria el rostro de mi hermano pero descubrí que intentaba era encontrarme a sí misma.